Elijo cerrar este ciclo con luz por eso te escribo para terminar de entregarte tu energía.

Carta a un abusador

Por: Daniela Benítez, Psicóloga Psicoterapeuta. 

Elijo cerrar este ciclo con luz por eso te escribo para terminar de entregarte tu energía, esa pesada y densa que dejó rezagos y me hace llorar cada tanto cuando alguien se acerca a tocar donde tu rasgaste de forma abusiva. Esta vez, cansada de las palabras suaves que contigo solía emitir y a las que tú respondías con rabia en forma de lanzas, opto por hablarte desde la herida, esa que dejaste una y otra vez hasta que se hizo llaga. Por eso, aunque esto va dirigido a ti, me la quedo yo como recordatorio de lo que nunca más permito.

Tú decías que me gustaban las experiencias intensas, y tenías toda la razón, por eso el magnetismo entre ambos. A mí me gustaban las conversaciones profundas, desde la emoción y la vulnerabilidad y compartirnos completos desde la lagrima o la sonrisa. A ti, de una forma más directa, sin límite y a lo bruto, te gustaba entrar profundo, jugar a pasarte mis límites y sentirte el poseedor de los terrenos que a tu fuerza “conquistabas”. Este término encaja perfecto en tu forma de entrar, violento, imponiendo verdad, hiriendo, con machete tumbando cualquier intento de barrera, de voz, cualquier intento de “otro” que no fuera espejo de tu necesidad.

No te pido perdón, ni te perdono porque te lo merezcas, te pido perdón y te perdono porque lo merezco yo, porque necesito ponerle fin a esta energía dañina que te acompaña y que permití que sembraras tan adentro como te propusiste llegar. Te pido perdón porque yo también jugué este juego, nunca quise herirte, no sabía que me iba a encontrar con tanto dolor debajo de tu mascara de acero. Sé que en tu fragilidad necesitas enajenarme argumentándote que soy yo la mala y que en ti no hay ninguna responsabilidad. Sin embargo, esta vez no te la compro, no voy a asumir la culpa de todo esto que estaba en ti antes de mí, todo ese dolor era y es tuyo, yo no lo puse, yo no soy la culpable de tus heridas de infancia, y aunque me pusiste en su lugar: yo no soy tu madre ni la responsable de contenerte y protegerte para que no te dañen.

Te perdono, aunque en ti no quepa la posibilidad de hacerte cargo de tu parte y pedirme perdón. Te perdono por cruzar mis límites, por ver solo tu necesidad, por no verme, por tu constante egoísmo y tus manipulaciones. No puedo cargarte de culpas y dejarlo todo en tu tribuna, a mí me corresponde la responsabilidad por quedarme y tolerar tu violenta forma de vincular. Te perdono y te entiendo, sé que fue lo mejor que pudiste hacer para no cuestionarte y así mantener tus cimientos, te perdono porque esta fue tu forma de sobrevivir a un mundo de dolor y de desprotección cuando eras niño, sé que en la supervivencia no hay espacio para pensar en nadie más y que convertiste eso en tu escudo que te acompaña hasta hoy en tu mundo de adulto. Te perdono porque sé que tus manipulaciones fueron intentos desesperados de atención, de no quedarte solo, de conservar la contención, el vínculo y el calorcito que conociste en lo nuestro y que no querías perder.

También te dejo en claro, que perdonarte y pedirte perdón no tiene nada que ver con quererte de vuelta, de hecho todo lo contrario, es para quedar en mí sin rastros de ti. Estar contigo fue un enorme aprendizaje, pero estuvo lleno de dolor y créeme que ni cerca de desearlo de vuelta. Te perdono, pero no te justifico y te quiero lejos, lo más lejos posible, tan lejos que ni con la mente puedas alcanzarme.

Haciéndome cargo de mí, me perdono por deshabitarme para que pudieras habitarme tú, me perdono por quedarme al pie de la hoguera quemándome, me perdono por argumentarte y poner tu dolor por encima del mío, me perdono por tapar con curitas las ulceras de tristeza, de frustración y dolor que me significó tantas veces nuestra relación.  Me perdono por bajar barreras cuando te acercabas con puyas, por aguantar el frío y la incomodidad, me perdono por perder mi fuerza cuando tu ponías sobre la mesa tu vulnerabilidad.

Para mí es importante cerrar los ciclos desde el agradecimiento y por eso me parecía importante ver el panorama completo. No todo fue dolor e incluso en el dolor tengo bastante para agradecerte. Te agradezco por un inicio lindo y lleno de emoción, también porque contigo me descubrí parada en un extremo de mi flexibilidad que no conocía, me entendí en ese lugar, que antes veía con muchísima distancia: en esa posición estática y paralizante de una relación abusiva, y eso hoy me permite acompañar más de cerca a quienes siguen ahí estancados.

Me siento agradecida porque contigo aprendí a marcar límites, y a construirlos más fuertes cuando con cercas no alcanza para que no sean sobrepasados, a defender mi necesidad, a fortalecer el tono de mi voz y volverlo lo suficientemente potente como para que no pueda volver a ser ignorado. Gracias porque desde ti busco relaciones de cuidado y entiendo como banderas rojas cuando me encuentro con personas que solo ven su reflejo.

Yo toque fondo contigo y me prometo no volver a llegar, ni mucho menos quedarme, en estos vínculos dolorosos y tan lejanos de lo que merezco. Lo nuestro, claramente fue el fondo, y en adelante solo puede haber subida. Por eso, hoy suelto las piedras pesadas de eso que alguna vez compartimos y que al cargarlas no deja que me aleje de lo profundo del pozo. Te entrego tu energía, tu dolor, tu destino, te veo completo, con tu fuerza y tus heridas, con tu capacidad de sanar y tu capacidad de herir, y te devuelvo lo que es tuyo, ese dolor y ese sufrimiento, la posesión, la violencia y lo enredado y denso. Recupero mi energía, me quedo solo con la mía, rompiendo el lazo que alguna vez compartimos y que al soltarlo y romperse nos deja libres de cargas ajenas. Te deseo luz en tu camino, comprensión e introspección, entendimiento, amor y contención. Que puedas encontrarte con lo que realmente eres y sanar en lo profundo, sin máscaras, sin disfraces, sin autoengaño. Que recibas el amor que te faltó y que puedas experimentarte como el ser amoroso que tiene atrapado en esa jaula pesada que construiste de soberbia y omnipotencia.

Selecciona tu moneda