El Cuerpo
Nuestro Cuerpo es Nuestro Centinela, nos avisa todo, TODO, es perfecto, sincrónico, armónico, amable, generoso y dadivoso.
Nuestro Cuerpo es Nuestro Centinela, nos avisa todo, TODO, es perfecto, sincrónico, armónico, amable, generoso y dadivoso.
Cuando era pequeña amaba andar de pelo suelto, alborotado, despelucado; mi mamá se esmeraba en hacerme trenzas para mandarme “peinada” al colegio y más se demoraba ella en engominarme y hacerme los nudos apretados que me dejaban con los ojos chinitos que yo montarme al bus y deshacerme de ellas y andar como una “loca” despelucada todo el día. .
NO tenemos otro.
NI otra manera de habitar el mundo.
Los referentes sociales nos han mostrado tanto como debe ser el cuerpo que nos olvidamos de escucharlo como ES.
De cada pálpito de vida que ejecuta minuciosamente para sostenernos en sincronía y en sintonía de nuestro bienestar.
Que porque estamos gordas, que porque nos duele y seguimos como si nada, que porque no nos gustan ciertas partes de nuestra anatomía, que porque nos comparamos con ideales inalcanzables e innecesarios, que porque está feo, que porque está achacoso, que porque no podemos con sus malestares.
Nuestro Cuerpo es Nuestro Centinela, nos avisa todo, TODO, es perfecto, sincrónico, armónico, amable, generoso y dadivoso.
De mi cuerpo me gusta todo, me observo mucho como funciona, como me lleva en mi andar, como me acoge y como siempre me anuncia cuando hay algo que tengo que observar.
Así que llevo toda la vida con mi pelo despelucado, alborotado, suelto y en movimiento, para recordarme siempre que es el único lugar que me habita.