Aceptar la decisión de mi ser querido es un acto de amor.
La única manera de abordar el suicidio de un ser querido es con absoluto respeto.
El desgarro emocional es algo invisible para los ojos y puede ser tan profundo y tan masivo que puede llevar al suicidio para evitar el sufrimiento psíquico insoportable.
Criticar, juzgar o sentir aversión o rabia por el suicida no ayuda en nada. Aceptar su decisión es un acto de amor.
Si tienes un sentimiento de culpa relacionado con no haber hecho lo suficiente o si tuviste un desencuentro emocional con la persona que se suicidó, debes saber que para que alguien cometa suicidio debe haber tenido en su interior una fragilidad estructural, emocional que se gestó en sus primeros años. El arraigo a la vida es algo que se consolida en el amor y se nutre de amor y compañías constructivas, empáticas y solidarias. Esa persona que decidió acabar con su vida tenía fracturado dentro de sí ese lazo con la vida que se teje en los primeros años. Un lazo que puede entretejerse y fortalecerse a lo largo de la vida o que queda frágil y poroso para siempre.
¿Entonces qué hago? ¿Cómo lo dejo ir? ¿Cómo acepto su partida?