El arte de reinventarse

Por: Juliana Villate Q., Médico Psiquiatra Psicoterapeuta Homéopata.

 

Inicialmente, tomé bien la pandemia, pues tenía tiempo para leer y meditar; participar en prácticas budistas y aprender a cocinar; estudiar y ser parte de grupos de cine, escritura o lectura.
En el segundo año, mi energía comenzó a disminuir, no sentía la misma emoción por mis actividades habituales. Me aislé de la gente y para rematar, el sitio donde tenía la mayor parte de mis ahorros se declaró en quiebra.

Después de asimilar la noticia, era obvio que había llegado el momento de darle la vuelta a la tortilla, para transformar este evento desafortunado en una oportunidad.
Era el momento de poner en práctica todas las herramientas, con las que llevo más de veinte años acompañando a mis pacientes en la aventura compleja y a veces dolorosa o agobiante que es la vida.

A lo largo de la vida siempre existirán momentos de crisis, experiencias dolorosas, rupturas impensables y tránsitos difíciles.
Perder algo nos obliga a reinventarnos y la única manera efectiva de hacerlo es cortar las rutinas, ejercer nuestra creatividad, reactivar los vínculos y gestar nuevos horizontes y proyectos.
Nadie está indemne y cada uno de estos procesos nos da la oportunidad de salir de ellos fortalecidos por la experiencia. También, se nos permiten tejer nuevos puentes emocionales sobre las olas embravecidas del destino.

Llevo tres meses en mi proceso y fue necesario cambiar casi todas las bases de encuadre o territorios de confort que consideraba indispensables.
Fue imprescindible reactivar, aprender o reaprender todo aquello que me activara energéticamente, todos los vínculos y actividades que me aportaran calma, felicidad, energía y consuelo.
Fue necesario discernir y apartarme de aquello o aquellos que perjudicaban mi estado anímico, cambiar hábitos y preconceptos arcaicos, reeditar lo que pensaba que era yo misma y volver mis horizontes infinitos.

Es necesario deconstruirse a profundidad para poder abrir nuevos espacios mentales y para eso estamos los terapeutas; para acompañar los procesos, encontrar la forma más asertiva de recorrerlos y aprovecharlos.
Lo más maravilloso de la condición humana es la flexibilidad de su estructura que, junto con la capacidad de adaptación y de remontar las adversidades como el ave Fénix, nos permite decidir cada segundo en quién queremos convertirnos y cómo vamos a enfrentar este enigma poderoso, y mágico que es la vida.

 

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