EMOCIONES FEMENINAS Y ENTORNO SOCIAL

Sin darnos cuenta hemos embozalado, castrado y condenado lo más preciado que tenemos: la expresión de lo que sentimos.

Que mamera, como esta de intensa, seguro esta regluda. 

Que cansona que está, seguro no se la han comido.

Que lloradera, claro como está embarazada, puro llanto de mujer preñada que no para con nada. 

Que aburrida, debe estar en sus días.Que pereza, vuelve otra vez con la chinchudez de todo, es que desde que tuvo el hijo es otra persona, está inaguantable.

Porque es tan desagradecida si lo tiene todo, nunca está conforme siempre quejándose.

Como esta de insoportable, nada la tiene contenta.

Es una histérica, llora por todo.

Esta menopaúsica, ya se echó a perder. 

Que quejadera, siempre está diciendo que le duele algo, si no es la cabeza, es la cintura, eso es flojera.

Igualita a la mamá, tenía que ser mujer para ser tan cansona.

Cuantas veces hemos oído, estas y muchas otras frases similares expresadas por el entorno que nos rodea.

Sin darnos cuenta hemos embozalado, castrado y condenado lo más preciado que tenemos:  la expresión de lo que sentimos.  

Las mujeres hemos tenido el privilegio de la oralidad, a través de ella hemos conocido la historia del mundo y sus emociones. 

Las abuelas les contaban a las nietas historias de su historia, de lo que sentían, de lo que percibían, de lo que les entusiasmaba, de lo que les asustaba, de lo que las enaltecía.  

Somos producto de ese legado emocional, somos nuestras ancestras, la voz emocional de ellas, de cada sentimiento que se habló de generación en generación. 

Somos la historia de lo que sentimos.  

Nos hemos dejado aplastar y enmudecer nuestra voz emocional.

Y al hacerlo nos hemos sumido en la ansiedad y la zozobra que provoca su mutismo. 

Ahora que sabes esto, ¿Que tan dispuesta estas a reivindicarla Y con ello salvarte y salvar nuestro legado femenino?

 

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